- El italiano que cautivó a Europa con Soldi, se convierte en el Dios del Ghettolimpo con su segundo álbum.
Cuando un disco resuena en tu cabeza varios meses después de haber salido y sus canciones son más adictivas que el “olor a café cuando me levanto” (con permiso de Zzoilo y Aitana), es que algo tiene. Básicamente un buen trabajo detrás.
El segundo trabajo del italiano Alessandro Mahmoud, en arte Mahmood, se titula Ghettolimpo (2021) y se publicó el pasado mes de junio. Se trata de un álbum que, siguiendo la línea de su disco debut Gioventù Bruciata (2019), combina sonidos urbanos y letras contemporáneas con melodías “exóticas” que evocan su origen italo-egipcio. Una fusión que, en este proyecto, se plasma con un mayor grado de madurez y coherencia tanto en su música como en sus mensajes.
NOS COLAMOS EN EL UNIVERSO GHETTOLIMPO Y TE DAMOS 3 RAZONES PARA QUE VIAJES HASTA ÉL
¿Quieres saber por qué este disco es tan adictivo? Sigue leyendo y te lo cuento.
1.- Trabajo conceptual y ligado a sus orígenes
En tiempos en los que la música es un producto descontextualizado con fecha de caducidad, hay que alabar a aquellos artistas que apuestan por el LP tradicional y recuperan el espíritu de un proyecto global diseñado para perdurar en el tiempo. Si con Gioventù Bruciata Mahmood nos acercó a sus orígenes y de algún modo se presentó al mundo como un artista preocupado por lo que sucede a su alrededor y orgulloso de sus raíces italo-egipcias, en su segundo trabajo “se inspira en influencias y referencias de la vida” y las eleva a una dimensión artística, sonora y visual.
En Ghettolimpo, cada canción goza de simbolismo y narra la historia de un personaje que, como en los niveles de los video-juegos, se va revelando poco a poco al oyente conforme avanza el tracklist. De esta manera, el italiano construye un universo complejo en el que lo terrenal y lo divino conviven en un mismo ‘ghetto’.
Los dioses clásicos de la mitología griega, citados en Dei –track que abre el disco-, comparten protagonismo con héroes modernos de vidas cotidianas que luchan para derribar los obstáculos que se encuentran a lo largo de su travesía vital (Klan, Zero, Rapide, Kobra…). “Nadie es inmortal ni sencillamente humano, pero hay entidades con un alma común, con el propósito de mirar hacia lo inalcanzable de un lado, y del otro a la más cruda realidad”. En definitiva, un ghetto sonoro compuesto por almas con muchos matices que se entremezclan con letras y melodías que elevan al oyente al mismísimo ‘Olimpo‘ musical.
2.- Sonido actual y personal
Si en su álbum debut ya nos mostró que es posible fusionar el folclore con sonidos urbanos y modernos, en Ghettolimpo, Mahmood da un paso más e introduce hooks tan adictivos y reconocibles como las sintonías de los videojuegos, de los que Ale se ha declarado un gran fan. Temas como Dorado, Kobra o Talata incorporan este recurso sonoro con el que el replay está cien por cien garantizado.
¿No te lo crees? Dale al play.
Como curiosidad te diré que la referencia a los videojuegos no solo se plasma en los visuales de las canciones o en las melodías, sino que también está implícita en el packaging del formato físico. Recuerda: es un álbum conceptual (de esos que cada vez abundan menos 😪).
3.- Grandes colaboraciones “in da Ghetto(limpo)“
En pocas ocasiones las canciones salen bien paradas cuando los feat. se cruzan por su camino; pero, en esta ocasión, Mahmood ha sabido rodearse de un buen número de artistas, que lejos de destruir el ghetto, lo han alzado al olimpo. Elisa convierte el último single, Rubini, en una caricia sonora; Sfera Ebbasta aporta un aire más urbano a un track diseñado para conquistar el mercado español-latino con la aportación en castellano de Feid.
Por otra parte y en compañía del músico francés Woodkid, Mahmood nos hace creer en el Karma a través de un medio tiempo cantado en italiano e inglés. Finalmente, tampoco hay que olvidar que la versión digital del álbum incorpora, a modo de bonus track, la adaptación al castellano de Klan feat. DRD. Quizá una canción algo forzada y, a nuestro juicio, de menor calidad que la original en italiano.
En cualquier caso, esta canción no desmerece el trabajo y la creación musical de un artista que no solo se ha ganado un merecido hueco en el panorama musical italiano y europeo, sino que lo ha logrado a través de un estilo y sonido propios. Sus melodías enganchan desde la primera escucha y sus letras son un reflejo fiel y acertado del mundo que rodea a este ragazzo de 29 años.
¿Estás list@ para formar parte del Klan de Ghettolimpo?
Recuerda que “In due siamo un Klan, Klan, Klan”