Hace año y pico hablamos con Yoly Saa. Por aquel entonces nadie sabía ni se podía imaginar que la explosión de su Magma (2020) -su primer álbum- iba a coincidir con el estallido de una pandemia mundial. Un golpe que quizá tambaleó los ‘cimientos‘ de la cantautora, pero que también le enseñó a pelear a vida o muerte por la música, su mayor pasión.
Canciones como El Exilio, A Vida o Muerte o la más reciente A Golpes de Fe han dejado claro que Yoly Saa no ha firmado la rendición, sino todo lo contrario. Sus últimos sencillos han demostrado que aún tiene mucho que contar y puede hacerlo cómodamente desde diferentes estilos musicales. La sensibilidad de sus letras, su personal forma de escribir y unas melodías que transportan son el sello de identidad de una gallega con un mundo interior que merece la pena descubrir.
A menos de una semana de su concierto en el Teatro Lara de Madrid, nos volvemos a sentar con ella y, aunque nos reconoce que está nerviosa, logra mantener los nervios a raya al igual que su timidez, regalándonos una conversación de lo más sincera.
Quiero empezar echando la vista atrás y remontándome al 14 de febrero de 2020, momento en el que explotó todo el proyecto Yoly Saa con el lanzamiento de Magma. ¿Qué ha significado este disco para ti?
Yoly Saa (Y.S.): Creo que lo ha significado todo. Cuando explotó -y nunca mejor dicho- esto del Covid, lo vi como un drama porque decía: “qué hago ahora con este disco, en el que he puesto tanto empeño y con el que no se va poder hacer gira”. Pero al final, sin yo saberlo, 2020 para mí, a nivel profesional, ha sido bueno porque parece que con el confinamiento la gente se ha parado más a escucharme.
Otra fecha importante para ti fue el 11 de marzo de 2020. Ese día presentaste Magma en directo en la sala El Sol y tres días más tarde se decretó el Estado de alarma. ¿Cómo viviste ese día?
Y.S.: Puf… Caben muchos sentimientos en ese día. Yo creo que la palabra que mejor define esos días fue: ‘caos absoluto’. No sabíamos exactamente qué era eso del Covid, ni lo grave que era… Tampoco sabíamos si estaba bien tocar, si no; si íbamos a poder hacerlo, si no… Yo recuerdo estar llorando en mi casa diciendo: “¡Dios mío, esto no me puede estar pasando a mí!”. Te dicen que hay una pandemia en tu primer concierto con banda y lo primero que se te ocurre es reírte porque piensas que te están vacilando, pero no.
Al final, conseguimos tranquilizarnos y decidimos hacerlo en dos pases, pero claro al nerviosismo que ya de por sí supone un evento de este calibre, sobre todo para mí que era la primera vez, súmale lo del Covid… La verdad es que lo recuerdo como una mezcla de sentimientos bastante heavy.
“Nadie creía que esto fuese a acabar así”
¿En algún momento se te pasó por la cabeza que ese primer concierto fuese el último de una larga temporada?
Y.S.: No. Realmente yo creo que nadie creía que esto fuese a acabar así. Recuerdo que Paula, la pianista, que en ese momento vivía en Barcelona, me preguntaba: “Tía, ¿pero esto tú crees que será tan grave? ¿Crees que podré volver a Barcelona?”. Y yo le decía: “Tía, yo supongo que sí. En 15 días esto ya está solucionado”. Fue todo como un barullo de cosas que, a día de hoy, no sé muy bien cómo expresar.
Pese a la adversidad, has sabido ver la ‘cara de la moneda’ y has continuado publicando canciones. En este sentido, ¿La música ha sido refugio o simplemente has peleado a vida o muerte por ella?
Y.S.: Yo creo que más bien ha sido lo primero. Ha sido un refugio. Esta etapa realmente me ha generado muchísima ansiedad, porque me ha traído problemas que yo creía que estaban solventados. Soy una persona muy introvertida y creía que los nervios de subirme a los escenarios los había controlado. Sin embargo, me he dado cuenta con el tiempo de que he dado pasos para atrás. Me vuelve a suponer el mismo esfuerzo que me suponía subirme a un escenario. Esto es algo que, al final, si quiero dedicarme a la música tengo que ir superando. En mi personalidad, yo creo que siempre está esa cosa de decir si quiero esto, tendré que ir a por ello y que sea lo que Dios quiera…
Hablas de que la música para ti es un refugio. Atención a estas frases que he sacado de tus canciones: “Siempre fui la cruz de la moneda“, “Soy la tercera Guerra Mundial“, “Y yo que solo soy un pájaro con un ala rota“. ¿Refugio o un arma para ‘fusilarte’ [risas]?
Y.S.: [risas] Sí, bueno… Yo creo que esto es algo que hacemos todos y, cuando lo he escrito, me he sentido un poco así. Igual que cuando he escrito otras cosas como: “yo no me comparo con ninguna, porque no soy como las demás”, que es algo más positivo. Con esto quiero decir que cuando escribo algo, en concreto de mí, es porque en ese momento está siendo así.
En el caso de las dos primeras frases que son de Tercera Guerra Mundial, es porque me sentía así con respecto a una persona con la que no estaba en un buen momento y está muy guay también que asumamos nuestra parte de culpa en las historias. Y luego, en Galerna, con lo del pájaro y el ala rota, es porque también me siento un poco así: a veces, soy más la pose que lo que luego hay detrás o lo que yo dejo ver a la gente.
“Dentro de ese caos absoluto […] conviven dos Yolys: una que se tranquiliza con la música y otra que se desgarra con ella”
Tienes tatuada la palabra “caos” en el brazo izquierdo. ¿La música ordena el “caos” que hay o pueda haber en ti?
Y.S.: Yoly es muy caos [risas]. Desde luego lo tengo ahí tatuado y no es casualidad. Yo creo que la música ordena y desordena, porque dentro de ese caos absoluto en el que vivo y que soy yo como persona -soy un auténtico desastre en general- conviven dos Yolys: una que se tranquiliza con la música y otra que se desgarra con ella. Entonces, creo que ambas Yolys caben ahí, pero es cierto que la balanza siempre se decanta más por el caos que por el equilibrio.
Bueno supongo que ese caos ayuda a contar historias…
Y.S.: Sí, no sé cómo de producente es para mí como persona; pero para la música me da para muchos discos [risas].
No vamos a hablar de discos ahora, sino de A Golpes de Fe, tu último single. De él has dicho que: “es una de las mejores canciones que he escrito, por no decir la mejor”. ¿Qué tiene de especial este tema?
Y.S.: Muchas cosas, sobre todo, el hacer más firme la idea de que yo le puedo escribir a las cosas buenas también y no solo a las malas. Eso es algo que ya venía un poco intuyendo con Galerna, que luego volvió a pasar con Salvavidas y bueno ahora viene este A Golpes de Fe.
Me gusta el conjunto de la canción: el cómo está escrita, el sitio concreto al que te lleva -a creer en alguien o en ti misma-, la producción con órganos de iglesia y cantos gregorianos de coros… Creo que todo esto nos lleva a un sitio como oscuro, pero con un mensaje positivo al final. Es como el Yin y el Yang. No sé si la gente lo entiende así, pero yo sí que lo veo como la parte positiva de creer en alguien y la ida de olla que, a veces, supone creer en algo o en alguien muy firmemente.
“La única cosa en la que yo creo ciegamente es en la música”
¿Es más fácil creen en los demás que en una misma?
Y.S.: Uf. A mí me resulta muy difícil creer en general en cualquier cosa, ya sea en mí o en la gente. Soy bastante desconfiada, no sé exactamente por qué. De hecho, cuando digo: ‘Y yo que nunca creo en nada’, es algo verídico y real. Pienso que en la única cosa en la que yo creo ciegamente es en la música y creo que por eso lo hago con tantísima pasión.
Y ¿duele más decepcionar o que te decepcionen?
Y.S.: ¡Guau! Buena pregunta. Eh… ¿Duele más decepcionar o que te decepcionen…? Yo creo que decepcionar, al menos por las vivencias que yo he tenido. A mí decepcionar a alguien siempre me ha pesado mucho porque creo mucho en la lealtad y, a veces, no me he sentido todo lo leal que debería haber sido… Y ¡hostia! Eso me ha hecho sentir en ocasiones muy muy mal. Cuando te decepcionan, al final no depende de ti. No sé, como que lo asumo de otra manera. Entonces, creo que me resulta más molesto decepcionar.
¿En qué cree más Yoly Saa: en la fe, el destino o el karma?
Y.S.: Creo que creo y quiero creer más en el karma, porque soy bastante peleona también; pero no lo sé. Es algo tan ambiguo que no lo sé… Pero si tuviera que decirte una de las tres te diría: karma.
Esperemos que el karma se porte todo lo bien que se tenga que portar el día 31 de mayo, porque tienes concierto en el Teatro Lara de Madrid. ¿Cómo lo estás viviendo?
Y. S.: ¡Por favor que se porte bien! Estoy muy nerviosa porque, a parte esta semana ha sido como muy caótica, me han cuadrado muchísimas cosas y estoy como más nerviosa de lo que a lo mejor debería. Por otra parte, también estoy muy ilusionada porque vuelve a venir mi familia de Galicia. Así que ilusionada y nerviosa a partes iguales.
¿Qué va a ver el público ese día?
Y.S.: Vamos a presentar muchas de las canciones que formarán parte del disco. Así que quiero también ver cómo respiran los temas en directo, cómo los siente la gente y, sobre todo, probarme a mí con las nuevas canciones encima del escenario y con la banda.
Intuyo que hay nuevo disco a la vista…
Y.S.: Sí. Será un disco con temas súper diferentes porque yo soy muchas cosas y polos opuestos muchas veces; pero, a la vez, estamos consiguiendo una solidez en lo que es mi sonido. Ya está un poco más definido y, en conjunto, ya sí hay algo que te deja claro que la que estoy cotando la historia soy yo. Veremos si lo tendremos a finales de este año o principios de que viene, pero bueno el disco está bastante avanzado y vamos a buen ritmo.
“La Yoly de febrero y marzo de 2020 tuvo que aprender a dosificarse”
Para terminar y cerrar el círculo que empezamos al inicio de esta entrevista, ¿qué le diría la Yoly Saa de hoy a la de hace un año atrás?
Y.S.: Pues, sobre todo, le diría que esté tranquila porque las cosas acaban sucediendo de una manera u otra. Si trabajas, al final están ahí para ti. También le diría que tuviese mucha paciencia. Yo soy bastante impaciente y esa Yoly de febrero y marzo de 2020 tuvo que aprender a dosificarse y sufrió mucho cuando el mundo se paró. Entonces, yo creo que lo que le diría es eso: que aprendiese a tener paciencia y que siguiese currando con la misma intensidad que hasta entonces.
Yoly Saa confiesa que 2020 le ha servido para aprender “a gestionarlo (todo) un poco mejor”. Por este motivo, reconoce que “sí soy un poco diferente a la Yoly de hace un año y pico”. Una Yoly que, ante la adversidad de un año tan convulso como incierto, se ha refugiado en la música y ha seguido peleando ‘a vida o muerte‘ por su pasión. La única cosa en la que cree ciegamente.